Comunicado. Diversos estudios han demostrado que el intestino y el cerebro se comunican a través del nervio vago y de moléculas como la serotonina y la melatonina. La producción de estos neurotransmisores mejora cuando el intestino mantiene una microbiota saludable, lo que influye directamente en la regulación del estado de ánimo, la concentración, el crecimiento y la calidad del sueño.
Diversos especialistas, como Michelle Grinberg, experta en sueño infantil, destacan la estrecha relación entre la calidad del sueño y la salud de la microbiota intestinal, fundamentales para el desarrollo y crecimiento de bebés y niños. Dormir bien y mantener buenos hábitos favorece la restauración del cerebro, la recuperación de energía, el fortalecimiento del sistema inmunológico, el buen estado de ánimo y la adquisición de rutinas que respetan el ritmo natural del cuerpo.
Fomentar buenos hábitos desde la infancia puede marcar una diferencia en la salud integral de los niños. Enseñarles a distinguir entre día y noche, establecer horarios regulares, ofrecerles una alimentación variada y cuidar su microbiota desde que inician con alimentos sólidos, contribuye a reducir el riesgo de infecciones, alergias y enfermedades autoinmunes. Además, mejora la absorción de vitaminas, minerales y nutrientes esenciales para su desarrollo físico y mental.
Una microbiota equilibrada no solo impacta la digestión y el sistema inmune; también influye en el desarrollo cerebral, el estado de ánimo, la calidad del sueño y la capacidad de aprendizaje. Por ello, cuidarla desde temprana edad es fundamental para el bienestar a largo plazo.
Hoy en día, está comprobado que el cuidado de la microbiota intestinal juega un papel crucial desde los primeros años de vida.
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