Comunicado. La obesidad es una de las principales amenazas a la salud pública en México. De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), aproximadamente 46.6 millones (37%) de adultos en México viven con obesidad, lo que equivale a que más de uno de cada tres adultos viven con obesidad. Esta condición incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes y reduce la esperanza de vida entre cinco y 15 años.
La obesidad no sólo debe entenderse como una enfermedad en sí misma, sino como un detonante de múltiples problemas de salud: impulsa el 43% de los casos de diabetes tipo 2, hasta el 78% de la hipertensión, más de 13 tipos de cáncer, el 10% de las muertes por enfermedades cardiovasculares y más de 200 condiciones adicionales. Por ello, expertos internacionales han subrayado que ninguna estrategia contra las Enfermedades No Transmisibles (ENT) puede considerarse completa si no coloca a la obesidad en el centro de la agenda de salud.
A nivel mundial, más de 1,000 millones de personas viven hoy con obesidad y, de no tomarse acciones inmediatas, para 2035 se estima que el sobrepeso y la obesidad afectarán a la mitad de la población mundial, más de 4,000 millones de personas. Reconocer la obesidad como una enfermedad crónica y compleja es un paso indispensable para garantizar atención primaria, acceso a tratamientos efectivos y la protección de millones de vidas en riesgo.
Especialistas nacionales e internacionales han destacado que la obesidad no es cuestión de talla, sino de vida, y que requiere un abordaje integral. Esto implica que el tratamiento contemple distintos frentes, entre ellos:
- Orientación nutricional, para fomentar cambios sostenibles en la alimentación.
- Acompañamiento psicológico, que ayude a modificar conductas y mantener la motivación.
- Actividad física supervisada, adaptada a las necesidades de cada paciente.
- Terapias farmacológicas seguras, y supervisadas por un especialista.
De esta forma, se garantiza que los pacientes reciban una atención personalizada, supervisada por profesionales y basada en evidencia científica.
“Tratar la obesidad seriamente requiere establecer expectativas realistas e incorporar el tratamiento en un marco amplio con el estilo de vida. La elección de medicamentos siempre debe ajustarse a los factores de riesgo, los objetivos y el acceso individual de cada paciente”, comentó Jamy Ard, investigador clínico especializado en obesidad y co-director del Wake Forest y del Baptist Health Weight Management Center en Carolina del Norte, quien lidera programas que combinan cirugía, farmacoterapia y cambios de estilo de vida, vinculando su práctica clínica con la investigación.
En el mismo sentido, Edwin Enrique Martínez Leo, presidente del Colegio Mexicano de Nutriólogos A.C., subrayó la importancia de la atención temprana y de un trabajo interdisciplinario que, en ciertos casos, puede incluir opciones farmacológicas seguras y supervisadas: “México necesita avanzar hacia un modelo donde médicos, nutriólogos y psicólogos trabajen de manera conjunta para atender a las personas que viven con obesidad. Sólo así podremos frenar las graves consecuencias que esta enfermedad está teniendo en nuestra población”.